Hace ya dos meses que estamos confinados, que se dicen pronto!

A lo largo de estos 2 meses, debido a nuestra particular situación de doble confinamiento (ya que el covid 19 ha sido uno más de la familia durante semanas), he pensado mucho y le he dado muchas vueltas a ciertos temas relacionados con la accesibilidad, la educación y la diversidad funcional.

El día 30 de abril desde la webinar de Foanpas tuve la oportunidad de reflexionar sobre estas cuestiones junto a otras compañeras que viven circunstancias similares Lara y Pilar.

Dejo el enlace completo de acceso en la web

 https://foanpas.com/web/video-ampliando-a-mirada-a-outras-realidade-confinamento-educacion-e-accesibiliade/

 Y el propio del vídeo de la charla, por si tenéis oportunidad de dedicarle un rato a conocer el sentir de tres familias que en esta pandemia además convivimos con unas circunstancias particulares, debido a la diversidad funcional de nuestros hijos y lo que eso supone en el día a día de su educación.

 https://youtu.be/w5woCA0GMzI?t=2

Para esa charla hice un pequeño guion en el que empezaba hablando de una noticia que me impactó mucho durante esta pandemia, el caso de Encarna Marcos, una mujer de 58 años sorda, que tras haber tenido síntomas de covid 19 tuvo que saltarse las “normas establecidas” para poder ser atendida, ya que los medios disponibles para la población (pensando siempre en una mayoría estadística) no eran accesibles a todos.

 Enlace de la noticia: https://www.eldiariomontanes.es/cantabria/doble-triunfo-encarna-20200419175342-ntvo.html

De la misma forma se tomaron las primeras medidas del estado de alarma, pensando siempre en esa mayoría estadística y no en la totalidad de la población, dejando en un segundo plano determinados “colectivos” o haciendo añadidos a esas primeras normas al darse cuenta que no eran pensando en la sociedad en su conjunto, hablo de las personas con diversidad funcional a las que con una instrucción complementaria se les permitió salir bajo determinadas circunstancias.

Medida que por otra parte generó un debate tremendo sobre si era recomendable salir con o sin algún tipo de distintivo, produciendo una vez mas una triste división entre familias del colectivo.

Medida que fue el germen de muchos justicieros de balcón, que no ven más allá de su propia realidad y que solamente son capaces de entender cuando les toca de cerca.

Estas claras señales me hacen reflexionar sobre algo que se repite constantemente en todos los contextos sociales, no todos los seres humanos son considerados personas con los mismos derechos, sigue habiendo ciudadanos de primera y de segunda, no se tienen en cuenta las circunstancias particulares (apoyos…) para poder ejercer esos derechos. Personas que no son tenidas en cuenta como parte del todo, del conjunto de la sociedad, sino que más bien suelen ser un “aparte”.

En educación pasa esto constantemente, el propio sistema no tiene en cuenta a todo el alumnado sino que está diseñado para una mayoría estadística y después tiene itinerarios paralelos que no brindan las mismas oportunidades a todos los alumnos y alumnas.

De la misma manera no todos los centros educativos generan las mismas oportunidades de ser y estar de todo el alumnado, bien sea en espacios, actividades o contextos supuestamente comunes. Hay pocos centros que trabajen con u diseño universal de aprendizaje o que tengan un proyecto de centro que realmente tenga en cuenta a todos y cada uno de los alumnos, digo pocos porque siempre hay excepciones y son a esas excepciones a las que quiero aferrarme en mi esperanza del cambio, porque existen.

La mayor parte de las veces las situaciones de “equidad” las generan profesionales que, por vocación, creen profundamente en su alumnado y saben ver las oportunidades y los retos cuando las circunstancias los alejan de su zona de confort.

Aquí entra nuestro caso, tal vez sea un tanto excepcional “por veces”, pero esa excepcionalidad no debería ser considerada una “suerte” como yo erróneamente (en ocasiones) menciono, sino como lo que debería ser en todos los casos, cada niño y cada alumno tiene derecho a estar y participar con todos y como todos, y lo que intentemos justificar fuera de esto va a ir en contra de los derechos fundamentales, aunque sabemos que el sistema empuja a ello y al final nos quieren hacer pasar por el aro.

Me gusta hablar de mi caso porque tengo la idea de que el contagio en positivo es la mejor de las armas para cambiar las cosas, pero tengo claro que me gusta hacer hincapié en lo que sucede con muchísimos alumnos y alumnas con diversidad funcional que suele ser completamente lo contrario.

Esta pandemia ha marcado aún más las diferencias y hay muchos alumnos que han quedado descolgados, en el olvido y/o invisibilizados, porque nunca había formado parte de ese todo, porque siempre habían sido tratados de una manera excluyente y poco a poco esas diferencias se van haciendo más llamativas.

 En una de las preguntas de la charla respondía con unas palabras de mi amiga Susana Fajardo:  

-        ¿avanzar? Tendremos que empezar por recuperar.

Pues sí, esta pandemia no pasará para todo el mundo la misma factura y si hay que hacer un replanteamiento de la “nueva normalidad” tal vez sería un buen momento para que esa nueva normalidad, en las escuelas, en el mundo laboral, en el ocio, en los espacios comunes… pensase en todo el mundo, en la diversidad en su conjunto, en la accesibilidad, como parte de ese derecho que todos los seres humanos tenemos y no siempre se puede ejercer.

  

Acompaño esta larga exposición con una imagen de una actividad preciosa que la tutora de Héctor pensó para que pudiera participar en las sesiones de videollamada con sus compañeros, porque esa es la parte que a mi más me duele la social una parte difícil de suplir y que en muchos aspectos va a costar mucho recuperar.