La amistad es eso y más

 

La primera vez que fui consciente de la dimensión y el valor de la amistad fue de la mano de esta niña, Elma.

Recuerdo aquella excusión de fin de semana en la que, tras una decisión consensuada familias/centro, se decidió que acompañara a Héctor a lo largo del día porque él no pasaría la noche fuera (por decisión familiar) y así se vendría conmigo de regreso a casa tras la jornada con sus compañeros. Subí a aquel autobús y me sentí un poco extraña (intrusa), pero quería con todas mis fuerzas que mi hijo tuviera las mismas oportunidades que sus compañeros dentro y fuera del aula, y sabía que necesitaba ese soporte.

No me planteaba otra opción que no fuera sentarme con él, estar a su lado y poder hacer un poco de interlocutora ante su falta de lenguaje oral. Entonces ocurrió algo inesperado… te acercaste a mí, decidida como tú eres, y me dijiste:
- ¿Te importa si me siento yo con Héctor?

Me quedé perpleja, no me lo esperaba, con la cantidad de niños y niñas que había en ese autobús y tu querías ir todo el trayecto con Héctor, un trayecto que yo sabía que sería silencioso mientras el resto llenarían ese espacio de risas, cánticos, gritos e intercambio de conversaciones llenas de emoción.
En ese momento fui consciente de que yo no podría ocupar el lugar que no me correspondía, que da igual como sean las personas si tienen lenguaje o no, si tienen manías, gustos o intereses diferentes, formas de funcionar o de moverse distintas, lo que de verdad importa es el deseo de estar juntos y la capacidad de amar y entenderse más allá de las palabras, de las barreras impuestas.
Tengo que reconocer que me cayeron unas lágrimas por la belleza del momento, por ser consciente de que existen personas capaces de darnos lecciones con apenas 8 años, por creerme que lo tenía todo controlado y dudar de la capacidad de mi hijo de transformar la realidad.

La amistad es eso y más, la historia no se quedó parada en ese trayecto don de si mediar palabra fueron capaces de disfrutar de un viaje, de un paisaje, de una merienda compartida, de risas cómplices que se entienden más allá del lenguaje oral…la historia de amistad sigue a día de hoy, con 11 años, porque la convivencia tiene estas cosas, nos hace parte del todo y no un aparte.

Se que esa amistad entre Héctor y Elma, Aroa, Zoe y resto de sus compañeros y compañeras será ya para toda la vida, pero es precisamente ese ejemplo de amistad, la que sí puede ser y nacer del día a día, la que quisiera se viviera en todas las escuelas e institutos. La amistad que nace del respeto por las diferencias, la que surge del conocimiento y reconocimiento de la diversidad humana en todo su esplendor.

No puedo asegurar que esta sea la clave para erradicar el bullying, ya que es un tema muy complejo y delicado que requiere de la conjunción de muchos factores, especialmente educativos, pero si es un paso enorme para el avance de la defensa de los derechos humanos, porque ser UNO y no otro y que nos quieran como somos y por lo que somos, es un derecho inquebrantable.

Necesitamos espacios que cuiden las relaciones humanas tanto como los contenidos educativos, o más.