(Buenas prácticas en inclusión o lo que es lo mismo…querer es poder)

Según la profesora de Héctor, una de las cosas que le resultó más difícil de adaptar en la dinámica del aula fue la asamblea.

La asamblea forma parte de la rutina de la clase, consiste en que los niños se reúnen con la profesora al principio de la mañana en una zona determinada del aula para compartir experiencias y planificar la jornada escolar.

Ponen una medalla al encargado para que este haga las actividades que le corresponden como tal. Por ejemplo: pasar lista, viendo así los niños que están y los que faltan a clase, disponiéndolos a la vez en dos paneles: cole (los que si están) y casa (los que no están), también hay otro panel para indicar que tiempo hace en el exterior si soleado, nublado, lluvioso….

Esta actividad es excesivamente verbal para Héctor y no es capaz de captar todo lo que se dice y al perderse deja de hacer lo que hacen los demás para intentar buscar algo de su interés

La primera experiencia de Héctor como encargado fue nefasta pero después de ella, su profesora supo idear un sistema para que cada día Héctor forme parte de la dinámica, sin aburrirse y a su vez preparándose para cuando llegase de nuevo el momento de ser encargado.

Adaptó el mural de la clase casa/cole, las imágenes de todos los compañeros, la medalla del encargado y el clima a una plantilla pequeña tamaño A4. Cada día Héctor sigue la rutina del compañero protagonista en su pequeña plantilla de asamblea. Me consta que fue un proceso muy lento, con pocas imágenes al principio que se fueron aumentando según la disposición y la demanda de Héctor.

Un día al salir del colegio, no noté nada especial en Héctor que salió tan contento y achuchable como siempre, no le pregunté nada, una de esas cosas que todavía duelen aunque se haya convertido en costumbre.

Ese día su tutora estaba ansiosa por pararse conmigo para decirme que Héctor había sido el encargado, y que lo había hecho todo perfecto que se sentía feliz por él y por su trabajo, me sentí muy emocionada.

Al día siguiente, un mensaje de una mamá al móvil me decía que su niña al llegar a casa lo primero que dijo fue: “Hoy Héctor fue encargado y al principio no se quería poner la medalla, pero después si y lo hizo perfecto”

No hay duda que adaptaciones como ésta son las que hacen posible que la inclusión sea una realidad… pero también tengo claro:“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Bravo Héctor!!!