El título de esta historia es una frase que me envió mi amiga Amalia en un mensaje para describirme un momento mágico que vivió con Paco, su hijo con autismo. Desde que la leí me daba vueltas en la cabeza intentando imaginarme cómo se habría sentido hasta que yo misma experimenté esa sensación, tal vez no fueron 5 minutos, pero bastaron unos segundos para soñar.
Héctor jugaba con su delfín ondeandolo en el aire, como muchas veces, y en un momento me miró de una manera diferente y yo le hablé también de una manera diferente:
-Héctor, todavía no le hemos puesto nombre a este delfín... ¿cómo quieres llamarle?
En ese momento él me sonrió de una manera muy cómplice y por un instante me olvidé de su autismo no verbal y esperé a que pronunciara algo. Tal vez el motivo por el que no podía imaginarme lo que sintió Amalia aquel día es precisamente porque sentirlo es la única manera de imaginarlo. Pasados esos segundos de magia y después de 5 minutos Héctor tal vez soñó algún nombre para su delfín.